Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 12 de julio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Abarzuza, al Sr. Menéndez de Luarca, Sr. Laffitte
Número y páginas del Diario de Sesiones 101, 2.632, 2.633
Tema: Presupuestos

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (interino de Hacienda, Sagasta): Ya antes, con otra ocasión o motivo, he tenido el honor de manifestar a la Cámara cuál era la opinión del Gobierno respecto de la enmienda que tan brillantemente ha defendido el Sr. Laffitte. Se trata en esta enmienda de una cuestión gravísima, que no discuto en este momento, que ni rechazo ni admito, pero que a mí me parece muy aventurado tratar de resolver accidentalmente y de soslayo; la de imponer a la renta una contribución tan extraordinaria sin el convencimiento de que ese sacrificio forma parte de un plan general de Hacienda. En mi concepto, proceder así es arrojar el crédito por la ventana.

La renta tendrá que hacer sacrificios y podrá hacerlos mayores en el momento que formen parte de un plan general para el porvenir, en el momento que sepa la renta que tiene la seguridad que debe tener toda renta; pero imponerle aisladamente y de soslayo una contribución tan extraordinaria, sin fijar su suerte para lo sucesivo, en vez de curar el mal, lo que hará será empeorarle. Yo no me opongo, ni se opone el Gobierno, a que la renta del Estado, como las demás rentas, hagan los sacrificios que exige la situación en que nos hallamos; pero es necesario que esos sacrificios se impongan con estudio, con detenimiento, con todos los datos debidos para que formen parte de un plan general.

Nos ha dicho el Sr. Laffitte al apoyar su enmienda que era la síntesis de sus ideas en Hacienda, ideas que quiso manifestar al discutirse la contestación al mensaje de la Corona; pero que como entonces retiró la enmienda que al efecto tenía presentada, como la retiraron otros varios señores movidos de su patriotismo, ha querido aprovechar esta ocasión para pedir ahora lo que debió pedir entonces. Pues bien, lo que entonces pudo ser oportuno, no lo puede ser ahora en que sólo se trata de allegar recursos extraordinarios para cumplir nuestro compromiso. Las ideas del Sr. Laffitte, que pueden ser oportunas en un plan general de Hacienda, hoy pueden ser altamente inconvenientes, y por lo mismo me atrevo a suplicarle que retire la enmienda. Esas ideas serán buenas en su momento; hoy pudieran ser malas. Además, en el estado en que se encuentra la Hacienda, si al Ministro se le atan las manos con estas medidas, si no se le deja mover, si ha de presentar un plan de Hacienda y al propio tiempo se lo ponen condiciones tales que no lo pueda formular, se le colocaría en una posición sumamente difícil y espinosa.

Todo lo que sea encaminarse al objeto a que tiende la enmienda del Sr. Laffite está muy bien; pero S. S. debe esperar, y para eso es Diputado, el momento oportuno; porque tratar de resolver los problemas de Hacienda aisladamente, no puede dar ningun resultado beneficioso para el país; esos problemas hay que resolverlos en relación con otros problemas para que juntos vengan a desenlazar la gran cuestión de la Hacienda pública en España. La prueba de esto es bien sencilla: por la enmienda de que se trata se propone que se reduzcan en un 15 por 100 los gastos de todos los Ministerios; y yo pregunto a los Sres. Laffitte y Candau: en un personal que sufre ya un impuesto del 10 por 100, ¿se puede elevar ese sacrificio hasta un 25, sin perturbar por completo todos los servicios del Estado?

Y si me pregunta el Sr. Laffitte o cualquiera de los [2.632] autores de la proposición o enmienda si esa economía se puede hacer, les digo que sí, que se puede hacer; pero es con tiempo, estudiando la administración, proponiendo una organización en los servicios públicos y variando la manera de ser actual de los servicios públicos, y reformar la administración para que pueda venir a reformar la Hacienda; pero reformar la Hacienda hasta el punto de reducir los gastos de repente a las tres cuartas partes de lo que son, tendríamos, sí, una economía, aunque pequeña, pero que produciría una perturbación tal que las pequeñas economías que por un lado se hicieran, por otro lado se marcharían: esto es evidente, y se necesita no haber tocado la administración ni aún en sus puntos más fáciles para desconocer que antes de tres meses se van a discutir los presupuestos, y si se va a hacer de repente esa economía de 25 por 100, se perturbará la administración en todos sus ramos y en todas sus esferas, produciendo una disminución notable en los ingresos.

Yo tengo la evidencia de que perderíamos por un lado lo que ganáramos por otro, perturbando los intereses de la sociedad: el Ministro de Hacienda que venga aquí a confirmar las ideas de los Sres. Laffitte, Candau y todos los que en este sentido se han expresado; el Ministro de Hacienda que venga aquí a inspirarse en el espíritu de la mayoría de la Cámara, tendrá que atenerse a esas reformas; pero por lo menos dispondrá de tres meses para estudiar esas reformas, que no se pueden introducir ahora de repente sin llevar el caos y la perturbación a la Patria.

Los Sres. Laffitte y Candau dicen: " Es necesario hacer esto, o cosa parecida." Pero en relación con otra cosa, que es un plan general, y con relación a otro síntoma que saque a la Hacienda española del estado angustioso en que está; pero sino, créame el Sr. Laffitte, lo que no dé seguridad para el porvenir, no subsistirá: yo, al Ministro de Hacienda que venga aquí, no le exigiré que dé los presupuestos perfectamente nivelados a fin de año; pero si le exigiré, como tienen el derecho y deber de exigírselo todos los Sres. Diputados, que si no presenta los presupuestos perfectamente nivelados para regir a fin de año, por lo menos los presente en camino de la nivelación, pero en el camino indudable; esto es, que se sepa que si no viene hoy la nivelación, llegará mañana o pasado, y eso es lo que se ha hecho en todos los países, y no se puede hacer otra cosa sin perturbar al país, de tal manera, que en vez de ingresos resulten gastos.

Es, señores, necesario no hacerse ilusiones; no se pueden curar males viejos y enfermedades de tantos años en un solo día; se puede proponer un sistema higiénico, pero un sistema tal, que la enfermedad desaparezca al cabo de poco tiempo, y que evite la alternativa, esto es, que hoy se pone mejor, para mañana ponerse peor, sino que termine radicalmente.

Esto es lo que puede hacerse, y esto tienen el derecho y el deber de exigirlo los Sres. Diputados al Gobierno que haya cuando se presente el plan general de Hacienda, de que pueden formar parte estas ideas, otras parecidas u otras cualesquiera de las que aquí se emiten; y entonces tendrá, créame el Sr. Laffitte, entonces tendrá el camino abierto para proponerlas, y nosotros aceptarlas, y no hoy, cuando ni conviene ni es oportuno, porque puede venir a producir mayores males que los que tenemos, y a hacer esa enmienda imposible. Por lo demás, señores, el estado de la Hacienda es tan angustioso, hay tal ansia en buscar la nivelación, hay tal deseo de encontrar aumento en los ingresos sin perjudicar la riqueza del país, que pesar de que veo los males que se producirían con esta enmienda, me encuentro movido a votarla, porque veo con buen gusto todo lo que contribuya a salir de esta situación, como veo con buena fe lo que pueda contribuir a aumentar los ingresos y disminuir los gastos, porque la gran pesadumbre que abruma a todo, es que los gastos son mayores que los ingresos; pero es necesario que nos convenzamos de que tenemos que moderar nuestro afán y templemos nuestros deseos, y pensemos que muchas veces pueden llevar la perturbación a la sociedad misma.

El Sr. Laffitte es muy patriótico, es un hombre verdaderamente liberal; el Sr. Laffitte puede quedarse aquí en Madrid, y creo que se quedará con gusto, y cuando venga el Sr. Ministro de Hacienda, se avista con él y presenta sus pensamientos, y todos los Sres. Diputados hagan lo mismo, y estén seguros que el Ministro de Hacienda les oirá, porque todos los remedios son pocos para salvar la Hacienda española.

Discutiendo entonces con los compañeros, con la comisión y con el Gobierno, claro es que podrán examinarse las ventajas e inconvenientes que ofrece ese sistema, que aislado, quizá no podrá dar resultado ventajoso alguno, pero que en relación con otros podrá venir a constituir un plan completo de Hacienda.

Discutiendo entonces con los compañeros, con la comisión y con el Gobierno, claro es que podrán examinarse las ventajas e inconvenientes que ofrece ese sistema, que aislado, quizá no podrá dar resultado ventajoso alguno, pero que en relación con otros podrá venir a constituir un plan completo de Hacienda.

Yo suplico, pues, a mi amigo el Sr. Laffitte y a los autores de la enmienda, que la retiren, que, en último resultado, dentro de poco tiempo el Congreso necesita empezar a discutir los presupuestos de este país, y entonces podrá entrar el escalpelo en las reformas administrativas. Ayude, pues, el Sr. Laffitte al Ministro que aquí venga a resolver las cuestiones rentísticas de este país, y entonces S. S. podrá defender estas ideas

un día y otro día en relación con otras, para que produzcan mejor resultado. Ayude, pues, S. S. a este trabajo, que dentro de poco tiempo nos hemos de volver a reunir y discutiremos aquí tranquila y sosegadamente el plan general de Hacienda, y si no llegamos a una situación de perfecta nivelación, al menos nos pondremos en camino de llegar a esa nivelación apetecida por todos.

Yo le suplico, pues, a S. S. que deje para cuando oportunamente con el Gobierno, con la comisión de Presupuestos y con los Sres. Diputados se pueda tratar esa cuestión, que deje él resolver cuestiones tan graves como son las que envuelven la enmienda que S.S. ha defendido tan brillantemente, sin embargo de haber sido la primera vez que se ha levantado a hacer uso de la palabra.

No insista, pues, S. S. en sostener la enmienda, que es muy posible que si ahora se admitiera, fuera tal la perturbación que introdujera en la administración, que de seguro serían mucho mayor los males que causara que las ventajas que pudiera traer. De consiguiente, yo le vuelvo a suplicar que no insista en sostener su enmienda; pero en el caso de que S. S. creyera que debe seguir sosteniéndola, suplico a los Sres. Diputados que no la acepten.



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